Aunque sueñe con tu nombre by Natalia Sánchez Diana

Aunque sueñe con tu nombre by Natalia Sánchez Diana

autor:Natalia Sánchez Diana
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2019-07-11T22:00:00+00:00


29. Wild rose ~ Placer y dolor

Las semanas pasaron. William consideró que era hora de mudarse a Londres. También decidió que, salvo su madre, los demás no llevarían luto. Y que, si lo deseaba, Florence podría volver a la temporada. Después de todo, era una joven hermosa, preparada y, al parecer, desde su regreso a Inglaterra, el marqués había estado recibiendo cartas con propuestas de matrimonio muy ventajosas para su hermana.

Así se lo hizo saber una de aquellas tardes en la abadía, cuando el otoño comenzaba a ejercer su influencia en el invernadero, oscureciendo tonalidades en las hojas, marchitando pétalos y haciendo florecer las dalias, las hortensias o los crisantemos.

—Podrás volver a los bailes, a Hyde Park, a Almack´s. Yo te acompañaré. Te lo debo. Te hiciste cargo de todo mientras yo estaba fuera. Ya es hora de que recuperes tu vida, Florence. Tu futuro.

¿Futuro? ¿Por qué de repente la idea seguía sin resultarle atractiva? Sin darle una respuesta a su hermano, caminó hasta la ventana del despacho. Desde allí, podía verse el jardín trasero. A unos metros, aquel espacio de cristal y metal que William había encargado construir para ella, constituía un paraíso donde los últimos meses habían transcurrido con una rapidez inusitada. Donde había sido feliz.

En ese momento la razón de aquella inesperada felicidad salió del invernadero en dirección a la pradera.

Florence sintió que el corazón le dolía. Se vio sorprendida por un anhelo desconocido y por una oleada de tristeza que lo empañó, porque lo bañó de realidad. Sentía algo por Kenji Minagawa... Pero ese algo era inconcebible, estaba prohibido y, seguramente, no sería correspondido.

—¿Cuándo tengo que darte una respuesta? —le preguntó a su hermano.

—Cuando lo desees.

—De acuerdo. Gracias, hermano.

Salió de la mansión y se encaminó a los terrenos que abarcaban varias hectáreas y que contaban con prados, un estanque y un bosque. No sabía por qué sus pies la conducían por allí. No sabía por qué su corazón le buscaba.

Llegó a la colina que separaba la pradera del estanque. Pensó que él había tomado otra dirección y estaba a punto de darse la vuelta y regresar al invernadero cuando vio un movimiento extraño en la superficie. Dio unos pasos más, que la llevaron a la orilla, hasta que el agua acarició la punta de sus botines.

Se colocó la mano sobre los ojos para mitigar el reflejo de los rayos de sol.

Y, entonces, la superficie cristalina se rompió. La cabeza de él y su torso desnudo aparecieron ante ella. Llevaba el pelo suelto y estaba tan empapado que el agua brillaba en su piel. Era la primera vez que veía a un hombre sin ropa. Reprimió un grito por la impresión, pero, sobre todo, por el deseo que sintió invadiendo su cuerpo.

Se fijó en la anatomía de él, en lo diferente que era su talle del suyo propio, con formas y curvas y rectas masculinas y tensas. Y entonces descubrió que él la estaba mirando. Sin importarle su parcial desnudez, su aspecto, ni la intromisión de ella. Porque sabía que lo deseaba.



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